2.28.2006

El adiós de Florentino

Hace unos 5 años, un adinerado empresario de la construcción llegó al puesto de mando de uno de los equipos de fútbol más importantes de la historia -muchos dirían incluso que el mejor-, dispuesto a, en primer lugar, reflotar al club de la pésima situación económica en la que se veía inmerso, y en 2º lugar, a volver a situar, en lo deportivo, a la institución en el lugar en el mundo que se merecía, el nº 1.

La política fue la de no escatimar en gastos a la hora de hacer fichajes: había que traer a los mejores. El 1º, ya como bandera electoral el año de su elección como presidente, fue Luis Figo, movimiento doblemente bueno, pues engrandeció sin duda al club, y debilitó sobremanera a su máximo rival, el F.C. Barcelona (aunque muchos dicen que nunca fue el jugador que fuera en el Barça). Luego vinieron Ronaldo, Zidane, Beckham...

Pero con lo que Florentino no contaba, fue con que tantos gallos en un mismo corral suelen ser fuente de conflictos. La idea de traer jugadores de clase, pero que no aportaban trabajo (aún muchos se acuerdan de Makelele), pagándoles además cifras de escándalo (el llamado club de los 1000, es decir, sueldos anuales de 1000 millones de pesetas), fue derivando en la situación de amaneramiento que hoy padece el equipo.

Cierto es que el mal que ha generado Florentino en el Real Madrid no es nuevo en el club blanco. Y es que, ciertamente, gobernar una institución como ésta es muy complicado, porque ni es una mera empresa, ni un mero club, el Real Madrid es mucho más. Y eso hace que cualquier decisión que se tome siempre creará polémica, y habrá muchos que aprovecharán cualquier desliz para armarla.

La pregunta es si Florentino ha fracasado. A nivel económico nadie le discute, pero es muy fácil reflotar un club cuando vendes parte de tu patrimonio, además de verte "afortunadamente" envuelto en una recalificación de tus propios terrenos. A nivel de marketing sí que es cierto que la política cambió, y para mejor, y en ese aspecto es Madrid es hoy una máquina de hacer dinero.

Pero para mí ese ha sido el grave error de Florentino, hacer del Madrid una empresa. No ha sabido ver que en el mundo del fútbol, o el deporte en general, la racionalidad económica son es igualmente válida que en la vida empresarial. La gente no ve igual a este equipo que, por ejemplo, a aquél de la quinta del Buitre, un equipo hecho con la cantera, donde la palabra club tenía mayor peso que ahora.

En lo deportivo, quizás ya Lorenzo Sanz había puesto los pilares y por eso se ganó la Copa de Europa, pero aparte de eso, dos Ligas y poco más en 5 años de mandato, lo cual indica que no ha sido una etapa exitosa para lo que se le exige a este club. Además, han pasado demasiados entrenadores por la caseta, y quizás ahí ya nos topemos con otro error, el despido de Vicente del Bosque, que tan buena labor había estado haciendo al frente del club hasta su cese, y que hasta el momento había sabido llevar bastante bien el vestuario.

Se acabó esta etapa blanca, y supongo que todo el mundo habrá aprendido algo. Yo, básicamente, es que no se le puede dar todo a una plantilla, y menos hacerla así, plagada de estrellas, porque, aunque no lo parezca, al final el tiro suele salir por la culata.

Palabras de un atlético objetivo.

2.21.2006

Historias para gardar

Sucedeu en Viena nun mes de frío febreiro.

Catro mozos galegos emprenderon unha viaxe dunha semán polas xélidas terras centroeuropeas cun obxectivo: pasalo moi ben. Por se os xantares desas terras lonxanas non eran do noso agrado, acordamos portar varios paquetes de embutido da terra para cando entrase a fame, mais, as presas fixeron que o encargado de levalas esquecera o preciado manxar na casa, e marcharan sen nada do xénero nas mans.

Tal foi a reacción de angustia ante tal desgracia, que o máis afectado polo asunto procuroulle inxurias e calumnias durante todo o 1º día de viaxe ó pobre rapaz que, sen malicia, deixara na casa todo aquel comer, e xurou ós catro ventos que había que comer embutido durante a viaxe, fose onde fose, "y por sus santos cojones".

Ó 3º día de viaxe, chegaron a Viena en medio dunha tépeda nevada, un sábado tarde. Tardaron un anaco en atopar o albergue, pero finalmente deron con el. Xusto de camiño, e prácticamente ó lado do lugar de repouso, poideron comprobar a existencia dun supermercado, onde por fin poderían saciar aquela fame "embuteril", se se me permite o vulgarismo. Pero, tan mala sorte tiveron que, cando dous deles baixaron do albergue unha vez deixadas alí as súas pertenzas, o comercio pechara as portas.

Ante a expresión das súas facianas no tocante a "qué facer", divisaron, enfronte ó devandito supermercado, a clásica tenda da vella. En vez de pensar en irlle cear por aí, a ver qué atopabamos, pois non, había que cear embutido ("craso error", como se comprobou a posteriori, información que algún día será escrita... ou non).

Entraron os mozos, e unha hospitalidade sen par recibiron daquela señora os visitantes, cheos de fríos e cuns atuendos do maís singular. Sabían o que querían, algo de queixo, e algo de salame. Quizáis ó final se lles fose a man pedindo, pero iso é outro tema. O caso é que remataron levando de alí case un kilo de embutido, 4 mazás, uns anacos de pan e unha botella de Coca Cola de 2 litros.

Ámbolos dous sabían que estaban en Viena, cidade cara de por sí, e agardaban un prezo final elevado, pero o que non agardaban foi que fose necesario rematar por baixar o pantalón para seren quen de pagar o montante da deuda contraída coa víbora da vella.

Coa cabeza gacha, a bolsa na man, e un "auf wiedersehen" de mala gana, alá marcharon os dous incautos que mercaron embutido na tenda da vella vienesa, non sen antes, para a súa maior vergonza, ter que escoitar da boca da ancián que "mañán domingo tamén abro ata a tarde, por se vos pasades a mercar uns ovos e tal e tal...".

Ainda co cú quente, liscaron aqueles dous rapaces coa cara vermella de vergonza, un cagándose en todo porque o outro deixara o embutido na casa, e o outro, en vinganza, ríndose a mares por dentro sabendo que o 1º, polo seu antollo, ía rematar comendo no embutido do nabo ata as sobras, e lambendo nos envoltorios ata deixalos brillantes.

ó final, aínda se rían e todo. Cousas que pasan.